El amor verdadero es un amor sin condiciones. Te amas a ti mismo /a , pero al mismo tiempo amas al otro y a todo lo que te rodea incondicionalmente y sin esperar nada.
Existen también las relaciones de amor-odio las cuales pueden ser muy dañinas si no se saben atajar a tiempo.
Pero, ¿por qué podemos llegar a sentir amor y odio hacia una misma persona? ¿Qué se esconde detrás de este doble sentimiento tan contrapuesto?
Al comienzo de la relación suelen vivirse momentos idílicos. Sin embargo, con el paso del tiempo, uno de los dos miembros comienza, por ejemplo, a hacer uso de ironías, sarcasmos, indirectas, etc.
De esta forma, poco a poco, en la pareja que recibe este tipo de trato surge un sentimiento de contradicción.
Por un lado, existe un sentimiento de amor, pero por otro, emerge otro sentimiento de aversión, de rabia, e incluso, de odio.
En muchas ocasiones, la pareja no es consciente de la razón del surgimiento de este amor-odio.
Cuando tenemos sentimientos de amor y odio podemos empezar a considerarnos ambivalentes emocionales.
Esto no significa que primero sintamos odio y después amor, o viceversa. La ambivalencia emocional se caracteriza porque estas dos emociones, el amor y el odio, no se sustituyen, sino que pueden convivir juntas sin desplazarse la una a la otra.
En muchas ocasiones, buscamos una pareja que cubra nuestras necesidades o carencias. De esta manera, esperamos que sea "el otro" el que llene nuestros “huecos internos”.
Cuando creemos que hemos encontrado a esa persona que nos va a hacer felices, que va a cubrir todas nuestras necesidades, que le va a dar sentido a nuestra vida, todo nuestro ser se concentra en ella porque, de alguna manera, pensamos que será la que nos complementará, la que nos llenará, la que conseguirá que no sintamos nuestro vacío interior.
A este periodo es al que solemos denominar enamoramiento, que es un estado de apego obsesivo ante una imagen idealizada que creamos de otra persona.
Si tenemos suerte y la otra persona siente lo mismo, probablemente viviremos un tiempo de mucha intensidad, sentiremos que hemos encontrado a “nuestra persona”, y habrá muchos momentos de felicidad, euforia, y sensaciones muy positivas.
A medida que va pasando el tiempo, empiezan a aparecer dudas de si realmente la otra persona será capaz de cumplir esa enorme tarea de llenarnos y completarnos.
Con el tiempo, la “ilusión del principio” va disminuyendo, empezamos a ver en la otra persona, cosas que no nos gustan tanto, que no nos llenan como pensamos que deberían llenarnos, empieza a aparecer la decepción, pensamientos de que la otra persona no está a la altura.
Con todo ello, nuestra sensación de carencia, que había sido tapada por la ilusión de que la otra persona nos iba a llenar, vuelve a aparecer, ya que consideramos que él o ella no se está comportando de la manera en la que pensábamos que se iba a comportar para hacernos sentir “completas y felices”.
El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro”
-Nietzsche-
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