El psiquiatra especialista en género Enrique Stola, dice que nuestra cultura, de manipulación y sometimiento, condiciona la manera de relacionarnos.
Manipular es someter a la otra persona a los intereses propios, haciéndole sentir y creer que son suyos, o de los dos.
El psiquiatra especialista en género Enrique Stola explica que no es fácil darse cuenta: “Cuando hay implicación afectiva también hay mucha confianza depositada en la pareja.
Generalmente pasa tiempo hasta que la persona manipulada sienta que hay algo que ‘no cierra’, que confunde mientras el displacer crece”.
Detrás del aparente consenso, las decisiones arbitrarias y frases como “es lo mejor para los dos” pueden hacernos reflexionar sobre si realmente decidimos las cosas o si nuestras prioridades y opiniones cuentan (¿alguna vez lo hicieron?), desde cuestiones mínimas como qué comer, hasta las más importantes, como en qué destinar los ahorros comunes.
De todos modos, y según el psiquiatra, todos estamos entrenados socialmente para dominar y manipular, por lo que podemos encontrarnos con dos tipos (como mínimo) de personas en el ejercicio de la manipulación:
Personas que no tienen conciencia del grado de manipulación que ejercen. Buscan ser protectoras y creen de buena fe que cada acción que realizan es para el bienestar de su pareja o familia. Reaccionan al ponerles límites.
Personas con plena conciencia sobre su manipulación que son peligrosas para el desarrollo de una vida saludable y feliz.
Cómo detectar a los manipuladores
Según Stola, lo primero es tener muy en claro nuestros propios deseos e intereses, analizar la historia del vínculo y evaluar si los cambios que experimentamos a lo largo del tiempo fueron lo que nosotros esperábamos, y no el cumplimiento del deseo del otro.
El especialista cuenta que estar junto a una persona manipuladora suele ser resultado de un proceso de creciente malestar y el análisis de una sensación repetida: “¿por qué me siento tan mal si parece que todo está bien?”
Si no podemos poner distancia porque la implicación afectiva lo dificulta, lo mejor es hablar con otras personas que hayan pasado por lo mismo o comenzar una terapia personal a fin de fortalecernos y poder poner límites.
La terapia de pareja no es lo indicado en estos casos dada la asimetría de poder que se ha construido entre dominador y dominado.
Algunos dominadores ejercen su manipulación haciéndose las víctimas (de enfermedades, o de injusticias laborales o familiares). Frente a él, hay que buscar la manera de fortalecerse, analizar sus mecanismos de dominación, el por qué logra manipularnos y tomar una decisión en cuanto a un nuevo contrato de pareja o una separación”, concluye.
Relaciones ¿tóxicas?
“Hay términos que califican fuertemente, pero impiden la comprensión de los fenómenos que debemos analizar, y toxicidad es uno de ellos”, dice Enrique Stola.
La "toxicidad" es un término usado popularmente y en libros de autoayuda y superación personal para hacer referencia a la “masculinidad” y los “vínculos tóxicos”.
El psiquiatra especialista en género cuenta a Entremujeres Clarín que está en desacuerdo con su uso porque considera que invisibiliza los procesos socio-culturales, las construcciones grupales y las historias personales detrás de la problemática.
La manipulación existe en cualquier pareja, pero en las heterosexuales predomina en el ejercicio de poder masculino.
No hay una ‘masculinidad tóxica’, lo que hay es un dispositivo social de dominación masculina que opera en la sociedad patriarcal, se relaciona con el desarrollo de la estructura económica, la segregación por clases sociales, la valorización de la heterosexualidad y la descalificación de cualquier otra orientación.
Produce machos dominantes y una exigencia de subordinación en las mujeres e integrantes del movimiento LGTBIQ+, los pueblos originarios y las minorías étnicas”, reflexiona.
Consecuencias de ser manipulado
El especialista lista algunas consecuencias que genera la manipulación:
Disminución o aniquilación de la autoestima.
Disminución de la atención.
Pérdida de vínculos sociales, laborales, amistades y familiares.
Trastorno del estado de ánimo.
Depresión.
Problemas físicos.
El psicólogo explica que la manipulación se hace evidente en nuestro cuerpo: “Muchas veces éste ‘denuncia’ y ‘se queja’ del malestar ante la dominación antes de ser consciente de la situación que vive. La dominación como objetivo y la manipulación como instrumento siempre lesionan derechos, atentan contra la salud psicofísica, contra el buen vivir y nuestra libertad”.
Comentarios
Publicar un comentario