ASÍ DECIDE TU CEREBRO QUÉ RECUERDOS GUARDA O ELIMINA MIENTRAS DUERMES


   La mente reactiva redes de memorias al dormir, consolidando solo las que están fuertemente asociadas.



El laboratorio de Lluís Fuentemilla en la Universidad de Barcelona se asemeja más a un centro de día que a un centro de investigaciones neurocientíficas. Sobre una mesa hay un juego de cartas con dibujos de animales, de instrumentos musicales y de vehículos. 

También tiene sillones reclinables, con sendas mantas y almohadas. Los sujetos de su último experimento son alumnos de la universidad, que acuden después de comer, listos para la siesta.

Fuentemilla y sus compañeros investigan el proceso mediante el cual se consolidan, al dormir, las memorias formadas durante el día.

 En un estudio publicado en la revista científica Journal of Neuroscience demuestran que el cerebro activa redes de recuerdos relacionados durante el sueño. 

Dependiendo de la fuerza con que estén asociadas las memorias, este proceso ayuda a fijarlas o, por el contrario, promueve su olvido. “Sería ineficiente si pudiéramos recordar todo”, dice Javiera Oyarzún, la autora principal del estudio.

 “Cada vez que la mente quisiera recuperar información concreta, tendría que inhibir todos los recuerdos irrelevantes, el ruido”.

Previamente, los científicos ya habían demostrado que la mente humana archiva algunos recuerdos mientras duerme, a la vez que elimina otros.

 Para que esto suceda, los recuerdos que se forman en el día deben ser reactivados durante el sueño.

 Aunque ocurre naturalmente, los investigadores pueden inducir el mismo proceso de forma artificial, asociando previamente un estímulo sensorial –como un olor o un sonido– al recuerdo. 

Si se percibe el estímulo durante las horas de sueño, la mente reactiva el recuerdo asociado y, además, toda una red de memorias relacionadas a ese recuerdo. 

Utilizando esta técnica, los investigadores han encontrado el mecanismo neuronal encargado de reforzar o debilitar memorias individuales en la red de recuerdos.

En el estudio, los voluntarios tenían que memorizar la localización de 15 parejas de cartas sobre una cuadrícula.

 Hicieron esto dos veces. La segunda vez, una carta de cada pareja cambió de lugar, pero la otra permaneció en el mismo sitio. 

Así, los participantes formaron dos conjuntos de memorias distintas pero relacionadas por un elemento común, la posición de una de las cartas de cada pareja: formaron una red de recuerdos sencilla. 

Además, durante el segundo ejercicio, los investigadores reprodujeron sonidos representativos de los dibujos de las cartas –grabaciones de animales, instrumentos y transportes– para poder inducir posteriormente el recuerdo de su posición durante la siesta.

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