MIEDO AL CAMBIO –CAMBIO SIN CRISIS



Las transformaciones físicas y vitales que se producen a lo largo de los años deben asumirse con naturalidad y sin angustia.

Es curioso observar cómo a lo largo de la vida los cambios en nuestra forma de ser se producen sin apenas darnos cuenta. Modificamos el carácter como reacción a determinados acontecimientos y no como resultado de una planificación voluntaria. 

Se vive, pero se revisa poco la vida, tal vez llevados por la creencia errónea de que la personalidad no cambia. "Uno o una es así, y ya está", suele decirse.

 Sin embargo, se puede cambiar para mejorar uno mismo y para mejorar las relaciones con los otros. En definitiva, se pueden revisar los patrones de conducta y conformar el carácter más cercano al gusto propio.

Además, se quiera o no, en el propio crecimiento personal aparecen necesidades que antes no existían, y esto impulsa a la persona a efectuar modificaciones en su manera de vivir. Esta necesidad se conoce como crisis, una idea a la que se le asigna de manera habitual un significado negativo porque define una fase en la que la persona experimenta un nivel de angustia mayor de lo normal.

Para superarlo, y asumirlo, hay que entender que el cambio es natural, y también lo son la incertidumbre y el miedo que trae parejos, porque implican el paso de un estado conocido a otro desconocido, de unos hábitos a otro.


En su libro "El miedo a la libertad", Erich Fromm encara lo que cree es el problema característico del hombre moderno, el exceso de libertad. Es interesante ver que si bien estamos acostumbrados a que la libertad sea algo "bueno", aquí es vista solamente como una condición de la persona, por lo tanto puede hacer bien o mal según su uso, un poco como la tecnología. 

Fromm dice que estamos en el momento de mayor libertad de la sociedad, y que eso lleva a todo tipo de trastornos.. Esta sensación de fragilidad, de estar solo, resulta también en la adopción de estilos de vida, de grupos, de entregarse a la corriente y perderse en la multitud; dice que lo más común es dejar de lado la identidad propia, en pos del modelo establecido.

La salida a esta situación, dice, es asumir una vida de creación, de realización y aprovechamiento de esta libertad, para no caer en estos sustitutos artificiales, que si bien son efectivos, no solucionan de fondo el problema.


A veces nos tendríamos que hacer estas preguntas: ¿Qué es la identidad propia?, ¿Somos realmente libres?, ¿Cómo se lleva a cabo esta vida "autónoma"?, ¿Cómo se distingue entre el pensamiento propio y el impuesto?

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