El estrés es la tensión física y emocional que se produce como respuesta a una presión externa o interna.
Prácticamente es imposible vivir sin algún tipo de estrés y, en pequeñas dosis, resulta estimulante y motiva al logro. Sin embargo, cuando es excesivo o no se controla adecuadamente, puede producir problemas de salud.
Los síntomas de estrés pueden ser psíquicos y físicos.
Los síntomas mentales son: tensión, irritabilidad, problemas de concentración, cansancio excesivo, problemas de sueño, preocupación, tristeza.
Los síntomas físicos son: boca seca, aumento de la frecuencia cardiaca, malestar estomacal, deseo frecuente de orinar, palmas de las manos sudorosas, dolor de espalda, tensión muscular que puede causar contracturas y dolor, mareos, problemas para respirar.
Los acontecimientos estresantes no solo son sucesos negativos, como tener problemas de pareja o laborales, sino que también los sucesos positivos, como una boda, comprar una casa o tener un hijo pueden resultar estresantes a muchas personas.
No obstante, lo que resulta estresante para una persona puede no serlo para otra. Por ejemplo, algunas personas disfrutan hablando en público mientras que otras se sienten tremendamente ansiosas.
Algunas personas están encantadas de ayudar a amigos o familiares a solucionar sus problemas, mientras que otras lo encuentran tremendamente estresante. Hay quien ve los cambios como algo emocionante, mientras que otros los viven con miedo y ansiedad.
Cómo manejar el estrés
El suceso estresante puede ser externo o interno, aunque lo habitual es que sea una mezcla de ambos.
Un suceso estresante externo puede ser, por ejemplo, estar en un atasco cuando nos esperan para una importante reunión, pero, a su vez, en esta situación nos provocamos también un estrés interno al pensar determinadas cosas
como por ejemplo: "me van a despedir y me hundiré", "pensarán que soy un incompetente y eso no puedo soportarlo", "todo me sale mal, soy un fracaso, tengo gafe", etc.) y preocuparnos en exceso en vez de hacer lo que podamos y aceptar la realidad tal y como es, sin utilizar un pensamiento catastrofista, exagerado o irreal que produce aún más estrés que el suceso en sí.
Por tanto, el primer paso para manejar adecuadamente el estrés es utilizar un pensamiento realista y constructivo.
Utilizar técnicas de relajación, masajes, música tranquila, baños relajantes, etc. al igual que ser consciente de qué cosas te estresan y en qué momento estás bajo estrés.
Entonces haz una pausa para analizar qué está pasando y pensar en soluciones en vez de tratar de ignorar lo que te está sucediendo y dejarte llevar sin control por la marea de sucesos o crisis. Recuerda: párate para pensar.
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