NUESTRAS EMOCIONES NEGATIVAS



Las emociones negativas son totalmente superfluas, no existen para ellas ningún centro normal. 

George I. Gurdjieff  dice un hombre presa de sus propias emociones negativas expresa el máximo grado de mecanicidad.

 La rabia, la envidia, los celos, el sentimiento de ofensa, la duda, la cólera, son emociones mecánicas que nos estimulan a reacccionar.

 Tales manifestaciones nacen del miedo, consciente o inconsciente, que alimentamos al enfrentarnos al mundo en que vivimos: la supervivencia, la necesidad de afecto, los deseos frustrados que no hemos conseguido realizar, el temor a perder lo que creemos poseer o el de decepcionar las propias expectativas así como las de los demás. 

O también pueden provenir de la necesidad de superar o de destruir a alguien.

 La emoción negativa anula el yo y lo encarcela totalmente en el automatismo.

 Tales emociones provienen de nuestro pasado y a menudo han sido aprendidas de los padres. Las emociones negativas impiden actuar serena y conscientemente, por eso son el motivo principal del sueño y la pérdida de la integridad personal. 

Recuperarla significa escuchar nuestra parte esencial y sus sufrimientos. Por este motivo en el Cuarto Camino se insiste mucho sobre la lucha contra las emociones negativas: tal batalla es indispensable si queremos despertar. 

¿En qué dirección debe ir esta lucha? Antes que nada es necesario no manifestar las emociones negativas. 

Pero retenerlas no es suficiente, hace falta también prestar atención al motivo real de su presencia. Dentro de cada emoción negativa se esconde una llave que una vez descubierta puede ayudarnos en nuestro crecimiento.

 Reflexionemos sobre los acontecimientos de nuestra vida: ¿cuánto nos condicionan nuestras emociones negativas? Y qué tipo específico de emoción negativa nos caracteriza más? Y por qué?

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