Antes de...
Los primeros indicios de futuros conflictos se dan antes de vivir juntos.
Suceden
durante el noviazgo, aparecen ciertas actitudes que nos preocupan en menor grado porque estamos viviendo un sueño idílico de pasión e idealización del compañero/a sentimental.
Es como si lleváramos una máscara de carnaval preciosa en la cual ambos
quedan deslumbrados, sin darse cuenta de la persona que va detrás de ella.
La frecuencia con que se relacionen, permitirá conocer algunas actitudes, hábitos y
defectos que les hará pensar si la persona que tienen a su lado es con quien quieren compartir o no la vida. Ante este dilema existen algunos aspectos para tomar en cuenta antes de dar el paso definitivo:
- Creencias .
Ser conscientes que cada uno trae una idea de la convivencia que puede ser
la misma o diferente. Valorar si las diferencias las pueden tolerar o no.
- Individualidad.
Respetar el espacio personal, la autoestima y las cualidades que cada uno tiene como ser humano.
- Compatibilidad de caracteres .
Valorar si el carácter de cada uno facilita o dificultad la comunicación y la expresión de afectos.
- Expresión de afectos.
Tomar en cuenta la reciprocidad de los afectos positivos a través de las palabras y el lenguaje del cuerpo.
- Comunicación.
Evaluar la fluidez de la comunicación, la capacidad para escucharse mutuamente, ponerse en lugar del otro y solucionar conflictos mediante el diálogo asertivo y no agresivo.
- Pasatiempos.
Tener en cuenta la posibilidad de compartir tiempo para el ocio con actividades en la cual ambos sientan bienestar y placer.
¿Qué pasa después?
Han decidido dar el paso y están viviendo juntos. Despiertan de un dulce sueño debido a que ese problemita que veían tan lejano y que creían iba a mejorar al estar juntos no mejora y termina convirtiéndose en un conflicto más serio.
Pensar que lo vas hacer cambiar o que con el tiempo modificará sus hábitos es autoengañarnos y vivir en una fantasía que no es real. Por ejemplo: Antes de vivir juntos era celoso, pero a ti no te importaba y te decías "ya lo cambiaré", ahora que conviven, los celos han ido creciendo, no has conseguido que cambie y te sientes fatal.
Los conflictos pueden tener diversos grados de complejidad. Unos se pueden resolver con mayor facilidad cuando la pareja está dispuesta a solucionarlos a través de diálogo constructivo y la negociación.
Otros conflictos son mucho más complejos, ya que están enraizados en el tiempo y necesitan de más atención, comprensión, de modificación de actitud de parte de ambos e incluso de ayuda psicológica.
Tres caminos
1. Seguir en más de lo mismo.
Continuar con los mismos patrones relacionales que les hacen sufrir y bajar la autoestima. Algunas parejas terminan acostumbrándose a las descalificaciones, pobreza de afectos y a la lucha de poder durante toda la vida.
2. Intentar solucionar los conflictos.
A través del diálogo, la reconciliación, la negociación y la cicatrización de las heridas emocionales. Los conflictos tienen solución siempre que ambos estén dispuestos a buscar salidas positivas a los problemas.
3. La separación.
Ser consciente que la relación y la convivencia no pueden continuar debido a diferencias irreconciliables. En estos casos es frecuente solicitar la ayuda de un profesional especialista en psicología, terapia de pareja y un abogado.
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