Despreocuparmos de la conducta de los demás y no exigirles que se comporten como nos gustaría ,nos evitará pasar vergüenza ajena.
Si no puedes evitar sonrojarte o pasarlo mal cuando alguien hace el ridículo en tu presencia, te sientes culpable de conductas ajenas, o tiendes a disculparle en nombre de tu pareja, amigos o familiares cuando se comportan de forma poco apropiada... es el momento de aprender a superar la vergüenza ajena y empezar a responsabilizarte sólo de tu conducta.
La vergüenza ajena es una emoción que nos indica el rechazo que nos producen ciertas actitudes y nos advierte de lo que no estamos dispuestos a tolerar. Sin embargo, en ocasiones, este sentimiento no refleja más que nuestra intolerancia y nuestro deseo de que los demás se comporten como nosotros queremos.
Cuanto más cercana es la persona que nos provoca este extraño rubor, más insoportable resulta la vergüenza y más incómodos nos sentimos cuando estamos con ella en presencia de más gente. A menudo, acabamos disculpándola frente a los demás, dirigiéndole miradas de reproche o alejándonos de ella.
La solución es relajarnos, aceptar su forma de ser y dejar de analizarla y juzgarla tan duramente; es posible que los demás estén a gusto con ella, y lo que tú consideras salidas fuera de lugar, no sean más que el reflejo de una personalidad fresca y espontánea.
No trates de adivinar lo que los demás están pensando. Si algo de lo que dice o hace te hace sentir muy mal, no pongas mala cara ni le critiques frente a terceros; deja pasar esos momentos sin intervenir v procura distraer tu mente unos segundos pensando en otras cosas.
EVITA LAS CRITICAS Y REPROCHES
No sufras por el comportamiento ajeno.
Sólo eres responsable de tu conducta. No puedes responsabilizarte del comportamiento ajeno. Por lo tanto, deja de sentirte mal a causa del comportamiento de quienes te rodean y responde únicamente de tus acciones.
No intentes cambiar a los demás. Exigirles que se comporten como a ti te gustaría, sólo conseguirá anular su personalidad y hacerles sentir mal. Si alguna particularidad de alguien te disgusta especialmente, prueba a decírselo de forma clara y sincera.
Expon tus quejas en privado, nunca delante de los demás. Criticándoles delante de otros sólo contribuirás a avergonzarle.
Tienes derecho a expresar tu malestar cuando la conducta del otro te desagrada, pero siempre que procures no perder el control, en privado y buscando el momento apropiado para no herirle.
No le disculpes o justifiques. No
estás obligado a justificar los errores de alguien ante los demás ni a disculparle (a no ser que sea alguien muy cercano o te lo pida expresamente). Cada uno es responsable de sus actos y has de permitir que
sean ellos primeros quienes se justifiquen o disculpen ante otros.
Sé tolerante. La consideración y respeto por los demás es fundamental para no avergonzarnos de comportamientos ajenos. No desprecies ni rechaces a quien se viste o se expresa de manera distinta a ti. Trata de ser más comprensivo con los demás y no juzgues tan a la ligera.
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