“Los ademanes comunican. A veces contribuyen a esclarecer un mensaje verbal poco claro. En otros momentos pueden revelar emociones de manera involuntaria”
El cuerpo humano comunica y nuestras manos no son la excepción. Las manos nos ayudan a comunicarnos, al hablar nos apoyamos con gestos y movimientos para darnos a entender mejor o esclarecer nuestro punto de vista frente al interlocutor.
A menudo no sabemos qué hacer con ellas, pero ellas siempre acaban haciendo algo, como por ejemplo:
* Juguetear con objetos (síntoma de nerviosismo e inseguridad).
* Entrelazar los dedos (un gesto que expresa autoridad y rigor, pero también voluntad de entendimiento y espíritu constructivo).
* Frotarse entre sí (síntoma de impaciencia).
* Girar para mostrar las palmas (transmitiendo sinceridad y franqueza).
· Tocar levemente el brazo de nuestro interlocutor (para pedirle que confíe en nosotros y crea lo que le estamos diciendo).
Tocar a un desconocido, en cualquier caso, siempre es arriesgado, porque todas las personas tenemos un espacio personal de entre 45 y 60 centímetros que normalmente sólo dejamos que invadan aquéllos a quienes tenemos un afecto especial.
En general, las palmas hacia arriba y abiertas indican sinceridad y tienen una connotación positiva, mientras que las palmas hacia abajo pueden indicar una posición dominante. Y llevarse las manos al a cara indica inseguridad.
Cómo controlar nuestro cuerpo
Ante una entrevista de trabajo, es un error obsesionarnos en controlar al 100% nuestro cuerpo. Pero tampoco nos podemos olvidar de él.
No sería correcto iniciar la entrevista en una posición muy relajada, pero si no nos «soltamos» mínimamente a lo largo de la conversación, el entrevistador puede dudar de la información que le demos, porque percibirá nuestro nerviosismo.
Cómo situamos nuestro cuerpo respecto a nuestro interlocutor, cómo lo movemos, o la interposición de objetos forman también parte de la comunicación no verbal.
Por ejemplo, si cruzamos los brazos delante del cuerpo mostramos una actitud defensiva, de desinterés o de escepticismo, al igual que si cruzamos las piernas –más allá de la comodidad de esta postura.
No hay una fórmula ideal, pero sentarnos en posición recta o cruzando discretamente las piernas, con una ligera inclinación hacia adelante y las manos entrelazadas puede ser una buena posición «de salida» a partir de la que evolucionar con la conversación.
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