Cuando uno permite que los demás tomen el control; si las cosas van mal, siempre podremos echarle la culpa a quien esté empuñando las riendas.
Al mismo tiempo, podemos evitar convenientemente tener que cambiar. Cada persona es libre de continuar siendo una buena víctima y obtener dividendos regulares de la hipócrita aprobación de los sojuzgadores del mundo.
Los beneficios que produce la debilidad proceden en gran parte de evitar los riesgos.
No situes nunca a nadie por encima de ti mismo. Si estás listo para operar desde la fortaleza, tendrás que abstenerte de colocar a los demás por encima de ti en cuanto a mérito y valía.
Hay un principio fundamental para todo ser humano: Tratar siempre con las personas sobre la base del nombre propio, a menos que ellas dejen bien claro que consideran necesario que se les dé otro tratamiento.
Cada vez que uno concede a otra persona más prestigio del que se concede a sí mismo, se convertirá en víctima propiciatoria. Nadie es superior a nadie ni nadie es inferior.
No puedo darme el lujo de colocar a otra persona en una posición más elevada que la mía. ¿Por qué razón no lo haré? Porque simplemente al hacerlo estaré demostrando a los demás que tienen un arma para manipularme cuando lo deseen.
Comprendamos que elevar a los demás a posiciones de alta categoría mediante el envío de señales inequívocas, significa que estamos dispuestos a dejarnos embaucar y manipular.
Resulta mucho más fácil aprovecharse de alguien que ya lo espera, que defraudar a alguien que no tiene la perspectiva de verse atropellado.
Demuestra que no tienes deseos de que te atropellen, de que te manipulen y los demás recibirán este mensaje.
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