Conscientes del problema, podemos intentar responder de forma más calmada y lentamente. “La rapidez puede proporcionar brusquedad y explosividad emocional”, aclara Bulbena. En este sentido, “es necesario aumentar el nivel de consciencia sobre los pensamientos disfuncionales que la provocan: separar lo que nosotros somos de esos pensamientos y, una vez hecho esto, trabajarlos”.
Está claro que hay un conflicto dentro de nosotros que dispara este patrón de pensamiento”
CARME BUSQUETS Psicóloga y máster en psicología clínica y de la salud
Y si estamos muy atentos a los pensamientos, veremos que cualquier pensamiento desestabilizador genera una emoción desagradable. “Estamos acostumbrados a querer evitar las emociones que no nos gustan, pero la actitud de huida las incrementa.
Es mejor aquietarnos y sentir la emoción, dejar que se exprese en nosotros. De esta manera se podrá disipar y calmar”, señala Esponellà. Y remarca que “los pensamientos responden a una mirada limitada: nuestra mente es sólo una herramienta; si la mente está ‘fabricando’ pensamientos distorsionadores, que nos generan malestar, no debemos identificarnos con ellos”.
Pero cuando la irritabilidad aparece es porque solemos estar ante una situación personal límite, ante la que Bulbena propone una serie de estrategias concretas para poder enderezar la situación. “Además de reducir al mínimo el ruido o la presión ambiental, hemos de ayudar a la persona que la sufre con estrategias mentales y físicas, como técnicas de relajación y/o meditación regladas como el yoga, la sofrología, la meditación, entre otras”, precisa.
Independientemente de la técnica que usemos, la clave siempre está en la respiración. “Si nos habituamos a hacer pausas diarias con respiración consciente, disminuirá mucho. Cuando la irritabilidad se nos presenta de forma muy acentuada, suele responder a un exceso de rabia y es mejor liberarla antes con ejercicio físico que nos permita expresar nuestra tensión.
Después ya será posible aquietarnos con respiraciones profundas para dejar que la emoción se exprese en nosotros”, comenta Esponellà.
Las estrategias
Aprende a respirar y relajarte
Las técnicas de respiración y relajación permiten canalizar las emociones y la expresión de las tensiones del cuerpo. Son muy útiles, según los especialistas. Se trata de unas herramientas que te facilitarán poder dar otro enfoque a tu vida.
Una de ellas es el mindfulness . Según Edgar Tarrés, facilitador y profesor de esta técnica, es “una práctica meditativa que nos permite llevar nuestra atención al momento presente. Esto tiene unos resultados muy positivos para nuestra calidad de vida: mejora la salud, el bienestar, la creatividad, la concentración, el foco, la priorización, y un largo etcétera”, señala.
Para él, “esta técnica nos ayuda a poner distancia de los pensamientos que no nos son útiles, de las emociones que nos molestan y de lo que pasa fuera de nosotros. Al poner distancia, aprendemos a que las cosas no nos afecten, y por lo tanto estamos mucho más en paz.
La relajación es una de las características de su práctica, y se nota mucho al encarar todo lo que nos pasa durante el día”. Tarrés lleva a cabo propuestas tan curiosas como conciertos de sonidos meditativos debajo del agua o en medio del mar mientras sale la luna llena, dando forma a experiencias basadas en el mindfulness y la naturaleza precisamente para aprender a vivir de otra forma.
Poner silencio y distancia emocional con las circunstancias de nuestro día a día ayuda mucho”
EDGAR TARRÉS Profesor de Mindfulness
“Cuando sacas a las personas de su medio habitual y consigues que respire de otra forma mientras se pone el sol, bajo el manto estrellado del cielo, al ver salir el sol del mar o en un árbol en un bonito bosque, la gente toma consciencia mucho más fácilmente y le es más fácil empezar a hacer cambios”, asegura este experto, que imparte clases de bienestar y felicidad en la Universitat de Girona (UdG) y en la UNED de Pontevedra, y dirige el postgrado de Turismo y Consciencia de la misma universidad.
Cree, no obstante, que es un gran camino por recorrer: “El estilo de vida actual aumenta nuestros niveles de estrés, ansiedad, e incluso la depresión. Evidentemente, esto tiene repercusiones en aspectos como la irritabilidad. Aprender a poner silencio y distancia emocional con las circunstancias de nuestro día a día, nos ayudará mucho a rebajar sus niveles”.
Otra técnica es la sofrología, que trabaja con el control de las emociones. “Al aprender a controlarlas podemos modular su respuesta. La sofrología nos enseña a crear palancas que nos amortiguan las emociones de todo tipo, también aquellas que pueden dañarnos”, señala Montse Anadón, máster en Sofrología Caycediana.
“Y es que la vida es un fluir de emociones, sensaciones, experiencias, vivencias, memorias... Hoy por hoy se sabe que todo interactúa con todo. Por ejemplo, un ataque de ira afecta al hígado. La sofrología es de gran ayuda para tener la calidad de vida que todos deseamos”, añade esta experta, con más de 30 años de experiencia.
Si aceptamos la situación e intentamos verla como una oportunidad de aprendizaje, la tensión disminuirá y podremos serenarnos”
NÚRIA ESPONELLÀ Escritora, filóloga y experta en Mindfulness
La sofrología se basa en el cambio de consciencia y su medio operativo es la relajación, aunque no su finalidad. “Su práctica nos aporta multitud de beneficios para realizar este cambio de consciencia que nos llevará a vivir una existencia más saludable y plena”, comenta Anadón.
Perseverar
Atentos al calor, al miedo...
Hay que tener en cuenta que pese a disponer de unas buenas herramientas con las que lidiar tu irritabilidad (u otras emociones), la vida te traerá más escenarios donde trabajarla. Sin ir más lejos, el calor. “Ante las altas temperaturas, el organismo intenta mantener el equilibrio y cuando esto no se consigue puede dar lugar a una disminución de la tolerancia, y por lo tanto a un aumento del patrón de irritabilidad”, afirma Busquets.
“En los períodos de golpes de calor hay más agresividad y esto ahora mismo es uno de los temas de salud pública que preocupa ligado al cambio climático. Se sabe que las guerras suelen estallar en periodos de golpes de calor, como el 18 de julio, el 14 de julio...”, alerta Bulbena.
Las altas temperaturas pueden disminuir la tolerancia y aumentar el patrón de la irritabilidad
El miedo es una de las experiencias emocionales que también provocan respuestas más primitivas en los seres humanos y en los animales. “El cerebro interpreta la situación como una amenaza y pone en marcha mecanismos de supervivencia que pasan por encima de todo.
Y no siempre el cerebro nos hace huir. Frecuentemente nos vuelve hostiles y agresivos, sin que pudiéramos pensarlo demasiado: sale automáticamente. Una de las respuestas del repertorio es la irritabilidad, que intenta alejarnos (puede ser erróneamente) del entorno”, señala el psiquiatra.
Por ejemplo, durante el confinamiento hubo más irritabilidad, porque generó dos experiencias productoras de la irritabilidad. “En primer lugar el miedo, que va desde el contagio hasta la incertidumbre sobre el tratamiento y todo lo que supone enfermar y por lo tanto demuestra la impotencia y la no controlabilidad total en que vivimos y que a veces olvidamos.
Y en segundo lugar, las restricciones de espacios y de movimientos. Hemos estado encarcelados y sin poder hacer aquellas actividades que sostenían el equilibrio entre nuestro mundo interno y externo. No podíamos abrazarnos ni dar besos.
No hemos podido viajar, ver amigos, parientes...”, explica Bulbena. Si vuelve otro confinamiento, paciencia; y la irritabilidad, mantenerla a raya. Lo bueno es que tenemos experiencia. Y una vez transcurrido un confinamiento, sabremos mejor como afrontar otro, si es que llega.
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