“Todos tenemos expectativas, es la forma que tiene nuestro cerebro de sentirse seguro al focalizarse en aquello que quiere conseguir o hacia ese lugar al que quiere dirigirse”, explica Congost.
Pero cuando se trata de relaciones de pareja, el entorno y la sociedad se han encargado de activar una forma de pensamiento sentimental que proyecta una ilusión que, en ocasiones, resulta poco razonable.
Un aspecto que también es desarrollado con frecuencia
por la falta de escucha activa hacia el compañero.
Las expectativas en las relaciones surgen porque nos sentimos incompletos y nos hemos creído que debemos encontrar la media naranja.
De hecho, una buena relación no debe fundamentarse en juntar dos medias naranjas, sino en ser dos naranjas enteras que deciden compartir sus vidas”, argumenta Bolinches.
Otro de los inconvenientes de las expectativas poco realistas es que,
cuando no se cumplen, provocan frustración, insatisfacción, tristeza o
resentimiento. Si estas emociones se experimentan de forma recurrente, pueden
desencadenar situaciones destructivas en la pareja.
Cómo acabar con las expectativas irreales
El primer paso para readaptarlas es analizar la propia relación. “Preguntarnos qué buscamos en la otra persona, qué es aquello que para nosotros es imprescindible”, indica la terapeuta.
El paso siguiente es analizar si nuestra pareja encajaba con ello desde
el principio o si no ha sido nunca así. “De esa forma nos daremos cuenta de si
hemos hecho una correcta elección o si nuestras expectativas nos siguen
manipulando y nos mantienen al lado de alguien que no encaja con lo que
queremos”, continúa.
Lo más importante para crear una relación sana es no esperar que el otro
cambie”
Asimismo, Congost sugiere la educación emocional como método para transformar o modificar las expectativas irreales por otras que nos ayuden a disfrutar más de nuestras relaciones, eligiendo personas que encajen con lo que necesitamos.
Por su parte, Bolinches basa su recomendación en la mejora personal para favorecer la armonía en las relaciones amorosas: “ Esa mejora se produce precisamente aprendiendo a positivar el sufrimiento. Eso hace que ganes autonomía personal y que necesites menos al otro”.
El también autor de libros como Amor al segundo intento (Urano, 2019) aconseja actuar desde dos principios. El primero, tener presente que uno no aprende sin vivir.
Por eso hemos de aprender de los fracasos anteriores. Y, el
segundo, que debemos convertirnos en una buena compañía para nosotros mismos
porque eso favorece que podamos ser una buena compañía para los demás.
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