MIEDO , LA EMOCIÓN MÁS ANGUSTIOSA EN LA INFANCIA




Dicen de ti que creas monstruos, que eres amigo de desconocidos, un maestro de la taquicardia. Oculto bajo las sábanas de la razón, traficas con pesadillas.

 Disfrutas con la música del que araña un corazón helado... ¡Miedo! Y asustas, causas pavor, pánico, nerviosismo, inquietud, terror... Un antagonista: si estás presente, huye la alegría.

El psicólogo Paul Ekman te incluyó en las seis emociones universales, que dice que son innatas en todo humano. 

Tendrás múltiples ojos en Japón; serás un siseo de cobra en India, o el ladrido de un perro en España. Tu aliento de depredador prehistórico nos recuerda algo importante: te necesitamos para sobrevivir. 

Eres una emoción básica y espontánea, presente a partir de los seis meses de vida, cuando el bebé empieza a tener recuerdos.

Tu familia es extensa y variopinta: la ansiedad, la angustia, la sospecha, la fobia, el sobresalto, la incertidumbre, la aprensión... todos tienen tu linaje en la noche macabra. 

A veces te deslizas junto a emociones que tildan de ambiguas, pues pueden tener respuesta negativa o positiva, como la sorpresa; o te confundes entre las positivas, como con los celos al esclavizar el amor.

Te alimentas de estímulos externos y eres el amante vampiro de la imaginación: una habitación oscura, la separación de los padres, un estruendo, la soledad de una casa... 

Cada grito de "¡mamá!" es un canto para ti.

 Tienes por el mejor espectáculo nuestra parálisis o temor a lo desconocido: allí donde el mundo escapa a nuestro control. Anticipas un daño real o imaginario, preparas lucha o huida. 

Tienes poder gestual: las emociones son adaptativas, la mueca de pavor pudo ser útil al prevenir peligros.blor. Conduces a la inacción o peor aún: ¡a la ira!

Tu voz es legítima pero sombría. Apareces antes que el sentido común. Tipo molesto y persuasivo, habitas hoy en los armarios empotrados. 

Eres un personaje mayúsculo en los cuentos que se narran desde tiempos antiguos. En ellos podemos acostumbrarnos a tu arrebato y comprenderte desde una distancia segura. 

Es necesario, porque te sabes oculto en el corazón de todos los niños, y escondido y sin nombre trabajas mejor; eres una de las emociones frecuentes y angustiosas en esa etapa.

La respuesta al miedo es la regulación emocional. Tomar conciencia y enfrentarlo.

 Aprender de los estímulos que lo provocan y de las imágenes mentales que crea. "El miedo es legítimo y necesario; debemos hacerle saber al niño que sentirlo es normal y no lo convierte en cobarde", explica el catedrático en Psicología Rafael Bisquerra.


En nuestro vocabulario ocuparás tu lugar, pero no reinarás. Debe actuar la inteligencia para restarte poder. Abrir el saco para explorar tus familias. 

Aceptarlo, concedernos el permiso para sentirlo, y trabajar con la confianza en uno mismo. Utilizarlo para crecer y superar la zona amurallada. Don Miedo se quedará entonces sin el arañazo que es música en sus oídos. 


Comentarios