¿Y TÚ , TIENES UNA PERSONALIDAD PERFECCIONISTA?



Seguro que a tu alrededor hay alguna persona especialmente perfeccionista. Detallista, minuciosa, siempre impecable. Esos son solo algunos de los rasgos que define este tipo de personalidad, pero hemos preguntado a una experta por algún detalle más sobre ellas. Nos los resume la doctora Esther Rodríguez Díaz.

Con frecuencia tienen una elevada valoración del orden, la limpieza y la puntualidad.

-Tienden a ser rígidos en sus convicciones, con un sentido de la justicia muy marcado.

-Tienen dificultades para expresar sus propios sentimientos.

-Pueden llegar a ser radicales en sus posturas e hiperresponsables.

-Suelen necesitar tener todo bajo control, tendiendo a prever y planificar en exceso, cosa que les genera dificultad para improvisar o ser espontáneos.

-Suelen ser exigentes consigo mismos y con los demás, utilizando el auto-reproche y resaltando más lo negativo que lo positivo.

"En general son aquellas personas cuyos objetivos son más elevados de lo que ellos pueden lograr o de lo que es razonable esperar, es decir, se esfuerzan compulsivamente por el logro de metas imposibles y valoran sus propios méritos exclusivamente en términos de productividad o éxito.

 Las dificultades vienen cuando estos rasgos se llevan al extremo y las personas sufren por situaciones de su entorno o circunstancias que se escapan a su control. 

Es en este momento cuando se convierte en perfeccionismo patológico, cuando el malestar y sufrimiento que le genera a la persona le impide sentirse satisfecho/a con su vida o con los demás", nos cuenta la experta, que matiza que también pueden tener una insatisfacción generalizada con la vida.

Así como una inquietud o malestar constante porque las cosas no salen como piensan que debería de ser según sus esquemas mentales o sus normas morales (las suyas propias, las que han creado en base a sus ideas, convicciones, etc., de cómo debería de hacerse las cosas, pero que en su mayoría, difieren del resto de las personas).

¿Qué nos lleva a buscar esta perfección?
Nos hemos planteado, además, cuáles son las causas que llevan a una persona a buscar ese perfeccionismo extremo. 

"Pensemos en ¿Se nace o se hace?' Pues en realidad depende de cada persona y cada caso", nos explica la experta. 

Así, en su opinión, hay personas que nacen con ciertos rasgos de personalidad perfeccionista y su entorno la refuerza porque obtienen muy buenos resultados en el colegio, tienden a organizarse y gestionar su tiempo bastante bien, siendo independientes con sus cosas, se muestran siempre educados, correctos y responsables.

 Y todo esto es deseable. 

 "El malestar llega cuando se van encontrando con situaciones que se escapan a su control, que requieren de espontaneidad, de tomar una decisión asumiendo riesgos, de entender que todas las personas no son igual de correctas, responsables, etc. 

Por ejemplo, cuando aprueban una oposición y aun sabiendo el esfuerzo que ello les conlleva descubren personas que no trabajan al mismo ritmo que ellos. 

Esto les atormenta, no entienden cómo puede haber personas que no se esfuercen cada día por ser mejor. 

Las injusticias les inquietan de tal manera que les genera conflictos internos (que pueden manifestarse en el cuerpo con colon irritable, psoriasis, arritmias, etc) e incluso a veces externos (discusiones con compañeros de trabajo, con la pareja, etc)", nos cuenta.

Mientras, en otras ocasiones, la experta nos detalla que la persona se hace por aprendizaje, por observación e imitación de personas cercanas relevantes o que sienten como modelo a seguir.

 "A veces incluso la persona posee ciertos rasgos moderados pero alguna situación estresante o acontecimiento traumático le lleva a radicalizar ciertas posturas que le encamina a buscar ese perfeccionismo extremo o patológico", nos explica.

Una exigencia demasiado elevada
En ocasiones, nos encontramos con personas que desarrollan esta búsqueda de la perfección debido a un elevado nivel de exigencia. 

"Nuestro mundo está en continuo cambio, cada vez nos exige más y nos dirige hacia la excelencia. Tenemos que ser profesionales especializados y para hacernos un hueco en esta sociedad tan exigente, tenemos que marcar la diferencia. 

Esa cultura de la excelencia es la que presiona constantemente a estas personas para que cada día nos esforcemos en ser más y mejor. 

Pero… ¿hasta qué punto? Yo siempre comento en consulta con mis pacientes, si tuviéramos que valorar nuestra productividad en términos numéricos, ¿qué puntuación darías? Teniendo en cuenta que los números son infinitos..


¿Cuál sería el límite? ¿Cuándo nos daríamos por satisfechos? ¿Cuándo consideraríamos que un trabajo esté bien, perfecto o excelente? 

Si con un poco de más esfuerzo o de tiempo podríamos mejorarlo o cómo saber cuándo hay que parar, si siempre puede estar mejor", nos plantea la doctora, que está convencida de que realmente son cuestiones que dañan a las personas perfeccionistas, ya sea con tareas del hogar como trabajos administrativos, etc. 

“Siempre podría estar mejor”, piensan. Y esto a su vez daña en exceso la autoestima de la persona pues difícilmente se sentirán válidos si constantemente cuestionan la validez de sus trabajos, acciones o decisiones.

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