Quién no se ha topado alguna vez con un lobo con piel de cordero?
Esa distorsión les da fuerza a la hora de llevarte a su terreno y de convencerte de que no eres capaz de hacer algo o de que deberías seguir su consejo ya que a él todo se le da mejor que a ti.
¿Cómo son las personas manipuladoras?
Son especialistas en identificar tus debilidades
Todos las tenemos y son su mayor arma para herirte, ya que si flaqueas
en tus convicciones, si hay algo de lo que no te sientas orgulloso, el
manipulador lo encontrará y te torturará con ello, dándole mil vueltas hasta
convertirlo en un proyectil en tu dirección.
Eso significa que pasan por encima de quien sea necesario y por
supuesto, el fin justifica los medios.
Cuando trazan un plan de acción, no les tiembla el juicio para hacer o decir lo
necesario, sea cruel, sádico o despiadado,
con tal de llegar a donde querían.
Nunca tienen suficiente
Manipular es sinónimo de poder, y por lo tanto, siempre quieren tener
más, llegar más lejos, conquistar más almas. Alcanzar nuevos horizontes a costa
de los demás.
La que se procuran con todo este juego, les hace sentirse superiores al
resto de mortales. Ese es un licor que embriaga a la vez que encadena en la
búsqueda constante de mantener o mejorar el nivel alcanzado.
Ya que el arte de la manipulación engloba multitud de actitudes y cualidades,
podemos diferenciar varios subtipos de este género:
Es un clásico. La persona es una víctima del mundo. Todo le pasa a ella
y los demás se aprovechan de forma perenne. Este tipo de manipulador hace que
te sientas culpable de sus desgracias y de lo injusta que es la vida con él,
hasta que finalmente accedes a sus peticiones por una mezcla de pena y culpa
que te embargan.
Este manipulador juega con tu ego. Hace que te sientas muy superior, el
mejor, mientras que él es poca cosa, débil e inútil, y por supuesto, incapaz de
hacer cosas que tu si que puedes hacer… Ahí te ha pillado.
Así se libra de las consecuencias que puedan tener esos actos que te incita a realizar y se evita también el esfuerzo que suponen.
El provocador
Este manipulador juega totalmente al revés. No deja de mostrar tanto su fuerza como su agresividad, de tal modo que prefieres acabar cediendo a tener que enfrentarte a él o generar una disputa.
Utilizando esta baza, el
manipulador siempre se lleva el gato al agua, consiguiendo “un consenso” a su
favor en la inmensa mayoría de los casos, y anulando al resto en su favor.
El interpretador
Este sujeto resulta mucho más enrevesado y maquiavélico, ya que extrae las
palabras de tu boca, para transformarlas en otra cosa, la cual supuestamente
has dicho, pero que va a perjudicarte contundentemente.
También así, modificando levemente tus dichos, haciéndoselos llegar a la persona idónea y tergiversando ligeramente la perspectiva e intencionalidad del contenido, siendo el malo, sin haber tenido siquiera un papel en la función. ¡Bravísimo!
Este individuo se siente simplemente perfecto. Una deidad en estado puro.
Cada vez que hagas un comentario que pueda aprovechar, va a hacer notar que te has equivocado, va a resaltar cuando se le de oportunidad tus defectos y va a ridiculizarte con sus ácidos comentarios hacia tus particularidades.
Son
los jueces del mundo y si estás en su punto de mira, cierran la sesión a golpe
de mazo, sin posibilidad de réplica o defensa.
Comentarios
Publicar un comentario