MUEVE ESE CUERPO
"¡Camina recto y no te sientes así, que te va a doler todo!". Lo hemos escuchado miles de veces, y, sin embargo, las razones de nuestras molestias son más sencillas.
¿Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir? Si pensamos en nuestros antepasados más remotos, nómadas, que continuamente tenían que cazar para sobrevivir, quizá la vida en una oficina desde que amanece hasta que cae la noche no sea tan dura. Pero también pasa factura.
Sabemos que nos ha tocado vivir en un mundo sedentario. Pasamos horas y horas mirando la pantalla del ordenador, aislados y en cierta manera alienados, como a Marx le hubiera gustado decir si le hubiera tocado existir en esta época, sin movernos en absoluto. Nuestra espalda, por supuesto, se resiente. Llegamos a casa molidos.
¿Trabajar caminando?
Nietzsche lo hacía. Decía que era la mejor manera de que fluyeran las ideas. Como a nosotros nos es un poco difícil caminar escribiendo con el ordenador en la mano, aunque sea portátil, quizá deberíamos comenzar a concienciarnos de la importancia de los estiramientos.
Porque sí. Según los doctores, en muchas ocasiones creemos que nuestro terrible dolor de espalda —ese que dejamos pasar porque, total, tampoco tenemos tiempo de ir al fisio— se debe a una mala postura mientras estábamos sentados, y en realidad se debe al hecho de haber pasado sentados tantas horas. Lo cuentan en 'Men's Health'.
"Lo más fácil sería decir que el dolor de cuello y de espalda se debe a que estamos encorvados", dice Eric Robertson, profesor asociado de terapia física clínica en California, "de hecho hay gente con las posturas más raras del mundo y no sufren ningún dolor.
No hay estudios que relacionen dolor y malas posturas". Sin embargo, la vida sedentaria sí que puede ser un factor desencadenante de que acabemos andando como Fido Dido por la calle.
No hay estudios que relacionen las malas posturas con el dolor de espalda.
¿Recuerdas a Lucy? Ya sabes, aquel primer homínido que encontraron en Adis Abeba (Etiopía) y que es un Austrolopithecus afarensis. Pues nuestra abuelita Lucy ya sufría problemas en la espalda porque caminaba erguida, lo que los estudiosos llaman "cicatrices de la evolución".
El ser humano es el único animal del mundo que, además de tropezar dos veces con la misma piedra, sufre escoliosis. Nuestros pies sostienen nuestro peso. Une eso al hecho de que no nos movamos nada durante el día.
En la Antigüedad se aliviaban el dolor de espalda con mandrágora e incluso cannabis. Pero ¿y si todo fuera más fácil en realidad? Como dice Robertson: "Imagina que un día te despertaras y no movieras la cabeza.
Al final del día estaría tan rígida que no podrías girarla de izquierda a derecha. Eso es lo que sucede con nuestra espalda cuando pasamos tanto tiempo frente a un escritorio o un coche".
Lucy, el primer homínido que caminó erguido, ya tenía problemas de espalda.
Es por tanto fundamental moverte de vez en cuando. Está estipulado, según los estudios, que es beneficioso para la salud que las personas se levanten cada hora y caminen por la oficina, pero es cierto que a veces nos encontramos tan abstraídos con nuestro trabajo que se nos olvida hacerlo.
Sin embargo, no podrás abstraerte cuando el dolor llame a tu puerta. Entonces debes hacer una rutina de estiramientos, mueve las caderas un poco, el cuello, estira la espalda baja... si el dolor persiste continuamente —es decir, ya es crónico—, consulta con un especialista.
Por supuesto, hay actividades que pueden reducir el dolor de espalda, ya sean el pilates o el yoga. Este último, que es milenario, tiene muchas posturas con las que puedes aliviar el dolor.
Si alguna vez lo has hecho, estarás familiarizado con los nombres, el gato y la cobra, que sirven para estirar, o el perro hacia arriba —que requiere de una musculatura más entrenada— son ideales para calmar y estirar tus músculos 'agrietados'.
Si nunca lo has probado, aprovecha, habla de tus limitaciones con el entrenador y realiza los ejercicios. El lunes, de nuevo en la oficina, tu cuerpo te lo agradecerá.
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