LA FELICIDAD DE CREER EN TI


 

 

Creer que puedes lograr algo, no te garantiza el éxito, pero asumir que no puedes, te llevará indefectiblemente al fracaso. Bajo esa premisa, la confianza en sí mismo es el primer paso para iniciar la búsqueda de aquello que aspiramos alcanzar.

 

Desde pequeños solemos poner límites a nuestras capacidades, pues nos enseñan a tener un cuidado excesivo de nosotros mismos para protegernos de aparentes riesgos en los que podemos incurrir. Nos educan para ser timoratos en algunas tareas, y aprendemos a evitar ciertas actividades por el miedo a no tener un adecuado desempeño en ellas.

 

 De esta manera generamos una herida a nuestra confianza personal, que nos lleva a anticipaciones negativas cuando nos enfrentarnos a una actividad que requiere de nuestro esfuerzo. 


Estos pensamientos se convierten en un atentado hacia nosotros mismos, por lo que preferimos evitar la acción definida para protegernos de eventuales riesgos en ella.

 

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La evitación constituye un factor de mantenimiento del temor de hacer frente a una tarea, en tanto, no nos permite desarrollar estrategias de afrontamiento para superar los retos implicados en esta. Asumimos que no tenemos las habilidades o herramientas suficientes para salir avante y, al evitarlo, entonces nunca sabremos si realmente podríamos lograrlo.

 

Aumentar la confianza en sí mismos permite a cada persona definir expectativas más optimistas sobre su desempeño, lo que redunda en desarrollar una actitud más osada para atreverse a intentar, de manera proactiva, hacer las cosas.

 

Las personas con menor confianza en sí mismas, tienen una autocrítica más rigurosa que los lleva a fijarse expectativas altas de desempeño, con elevados estándares de logro, por lo que prefieren evitar el afrontar los desafíos que se les presentan, y de esta manera no caer en el auto reproche, que afecta de manera decidida su autoestima.

 

 Creer en sí mismos es una actitud que está en las manos de cada persona. Requiere de esfuerzo y entrenamiento y, sobre todo, de la convicción en que se puede lograr.

 

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 Algunas recomendaciones para mejorar la confianza en sí mismo, son:


Los fracasos iniciales no implican, necesariamente, fracasos posteriores. Uno de los problemas que afecta la autoconfianza es que cuando fracasamos en los primeros intentos por lograr algo, creemos que necesariamente vamos a fallar en los siguientes. 


Al contrario, los yerros iniciales pueden servirnos de aprendizaje para prepararnos en los posteriores intentos.


Las situaciones difíciles deben motivar la perseverancia. Como en los niveles difíciles de los videojuegos, cuando afrontamos una tarea compleja, sabemos que debemos insistir hasta que la superemos, pues si se presenta, es porque tiene una solución posible. 


Insistir en la búsqueda de soluciones debe ser una estrategia creativa que nos lleve a opciones novedosas en cada intento.


Si consideras que un problema es excesivamente complejo, imagínate que pasaría si lo resolvieras. Visualizarse en un momento de éxito frente a un problema, aumenta la motivación para decidirse a afrontarlo, pues lo muestra viable y posible de superarse.


Los límites están en tu interior. La percepción de incapacidad es una construcción personal, a partir de experiencias de aprendizaje y condicionantes sociales. Por lo mismo, pensarse en la posibilidad de superar los límites autoimpuestos, también es labor particular de cada persona.


Reconoce tus capacidades y limitaciones. Cada persona tiene un repertorio de estrategias y habilidades que puede poner a su servicio para superar situaciones problemáticas. Reconocer el potencial que se tiene, al tiempo que las limitaciones, permite plantearse metas y retos viables de ser superados.


Revisa tus estándares y niveles de exigencia. Muchas veces una alta autoexigencia nubla las probabilidades de éxito, pues la persona se convierte en un “eterno insatisfecho”. La exigencia personal debe ser un factor motivante para afrontar nuevos retos, y no un motivo de estrés que nos bloquee.


Cuando las cosas salgan como esperas, sonríe y disfruta; si no, detente y aprende. Si tienes éxito en una tarea determinada, disfruta de tu logro y motívate para asumir nuevos retos. Por el contrario, si algo no sale como esperas, asúmelo como una experiencia de aprendizaje que te enseña y prepara para nuevas oportunidades.


Establece prioridades de acción en tu vida. En ocasiones nos desgastamos en resolver asuntos que son intrascendentes, y que nos ciegan ante la necesidad de atender otras cosas. Es preferible definir cuáles asuntos prioritarios en la vida deben ser revisados, y ocuparse de ellos de manera preferencial.


Cuando se tiene un sueño, debe trazarse un plan y definirse un proyecto. Soñar algo no es suficiente para alcanzarlo, pero si se traza un plan y se define un proyecto, se tendrá claro el camino para alcanzar lo que se desea.


El fracaso es una posibilidad. No todas las veces se logra lo que se propone. En ocasiones, a pesar de tener un buen desempeño, las cosas no resultan como se esperaba. Cuando esto ocurre, se debe asumir la posibilidad del fracaso, reconfigurando los propios planes, para definir nuevas estrategias frente al hecho.


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