ADIÓS A MI AMOR TÓXICO



 

¿Alguna vez has deseado despedirte para siempre de ese amor tóxico que sembró tristeza y dolor en tu vida? 


Esta es una carta escrita por alguien como tú en un momento de limpieza y sanación emocional; a través de ella, la autora nos inspira y contagia de fortaleza, sabiduría, templanza y amor propio para superar los momentos difíciles y aprender a soltar.

 

Tú, ojos que matan, enredan, hechizan y acobardan. Eres un amor tóxico que hoy decido dejar atrás. Dejaste mi corazón y mi amor propio tan cerca de la destrucción absoluta, que mi mayor logro al día de hoy es no haber caído nunca más en tus mentiras, engaños y ese gusto empedernido por hacerme sentir siempre en el lugar y momento equivocado, insuficiente, defectuosa, muy poco para ti.

 

Hoy puedo decir que tus palabras de odio, destrucción y menosprecio son la base de mi amor propio, porque gracias a que una vez cerré los ojos para recibir tus dagas sin mover un dedo, hoy soy una mujer nueva difícil de romper.

 

Después de todo, ¿no es más bella la flor después de la tormenta? ¿Y no brilla más el sol después de largas horas de oscuridad?

 

Gracias por todo, niño cobarde y dañino, lograste que descubriera lo que realmente merezco y lo que ya no necesito en mi vida. Si algún día te tomas el tiempo de leer esta carta, quiero que sepas que he tomado la decisión de dedicarme a ser feliz, darme una segunda oportunidad, volver a vivir, y que tu amor tóxico ya no tiene poder sobre mí.

 

Ahora sé que tu principal objetivo siempre fue destruirme, y que mi mayor error fue permitir que tus opiniones ocuparan un lugar por encima de mis sueños, valores y principios.


 No te guardo resentimiento ni deseo que sufras nunca lo mismo que yo; el dolor hizo de mí una mujer renacida, y gracias a ti, ahora conozco la diferencia entre un hombre y un niño, entre el amor y el apego, la persistencia y la resignación. 

 

He entendido que, en alguna parte del mundo, existe un gran hombre esperando por mí, porque soy una gran mujer y no merezco nada menos. Después de todo, ¿no es más bella la flor después de la tormenta? ¿Y no brilla más el sol después de largas horas de oscuridad?

 

Hoy quiero decirte, en esta carta, que recuerdo vívidamente todos los momentos en los que necesité un abrazo, un susurro, una palabra de aliento… Nunca estuviste, entonces. Nunca tuve el privilegio de ser más importante que tus celos, amenazas y manipulación…

 

Aún así, gracias a todo lo que viví contigo, aprendí que hay mucha sabiduría en la frase de llevar flores a nuestro jardín en lugar de esperar que alguien más lo haga, y que valgo… valgo mucho, como persona y como mujer.

 

Gracias a ti, sé que merezco un hombre dispuesto a amarme, respetarme y cuidar de mí, que quiera hacerme el amor en cuerpo y alma, que me vea hermosa todos los días y que no tema decirme cuánto me ama, cuánto agradece a la vida que yo exista.

 

Sé que este hombre, el que merezco, tal vez tarde en llegar, y sé que no será perfecto, pero elijo esperar un poco, elijo un amor de verdad, y no una fantasía agridulce de la cual deba escapar. Elijo un nuevo amor que me construya y no que me destruya, una mano dulce que sepa acariciarme el corazón.

 

No niego que, en momentos de soledad y tristeza, una parte de mí te extraña, pero el tiempo fue hecho para sanar y renacer, crecer y prosperar. Incluso una planta marchita puede volver a florecer, así como un corazón herido puede amar de nuevo, y amar mejor.

 

Me despido de tus besos, caricias escasas, ausencias y malos tratos. Aunque mucho me costó entender que dejar de amarte era el primer paso para comenzar a amarme a mí misma, soy feliz de saber que mi corazón ha aprendido a esperar, perdonar y latir solo para quienes lo merecen.

 

Te digo adiós, libre de odio, dolor y reproches. Después de todo, fuiste un amor tóxico y no dejaste más que un desierto; yo me encargué, al final del día, de sembrar un campo de flores.

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