Una habilidad por la que hoy ya se mide la inteligencia y que nos hace
resistir los envites de la vida y fortalecernos. Los expertos nos cuentan cómo
se aprende.
Durante el último año todos hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo andamos de resiliencia.
La llegada inesperada de la pandemia con todas sus consecuencias, el confinamiento, noticias tristes cada día, restricciones para ver a nuestro seres queridos, dificultades laborales... forzosamente hemos tenido que ir adaptándonos a lo que tocaba.
Muchas personas han descubierto que
tenían fortalezas y habilidades que desconocían.
MUCHO MÁS QUE SABER RESISTIR
"La resiliencia es la capacidad del ser humano de afrontar la adversidad y fortalecerse, de una forma constructiva", explica la doctora Rafaela Santos, médico psiquiatra, doctora en Neurociencia y presidenta de la Fundación Humanae y del Instituto Español de la Resiliencia. "Viene del latín resilio, que significa rebote.
Y es eso: una pelota de goma rebota y
puede llegar más alto y de eso se trata; pero si es frágil, cae y se rompe. Por
eso la resiliencia tiene mucho que ver con la flexibilidad".
¿CON QUÉ ACTITUD AFRONTAMOS LA VIDA?
"El cerebro tiene la capacidad de ver las adversidades como si fuera una amenaza o como si fuera un reto, según la información que le mandemos.
En el primer caso se pone en alerta y segrega neurotransmisores como
el cortisol y la adrenalina, que nos preparan para luchar o huir, pero nos
bloquean y neurotizan; en cambio, si esa situación la puede ver como un reto se
segregan otros neurotransmisores beneficiosos, como la oxitocina, que nos
proporciona confianza y nos hace más fuertes para asumir la situación",
explica la doctora Santos.
COPIAMOS MODELOS DE RESILIENCIA
El cerebro aprende más por modelos que por teorías.
"Cuando vemos personas extraordinarias, con una conducta ejemplar, su ejemplo nos enseña a afrontar las dificultades, porque pensamos: si esta persona ha podido yo también.
Todos podemos ser tutores de resiliencia, y aprender para nosotros
mismos. Tiene un beneficio enorme en la salud mental y en el bienestar de los
hijos", explica la doctora Santos.
EL APOYO QUE NECESITAS
"La familia es donde se desarrolla la verdadera resiliencia como
motor para poder crecer. Y también se puede aprender en el colegio, con los
amigos, en todas partes... es algo que está en la esencia del ser humano",
explica la experta.
RESILIENCIA EMPIEZA POR
Según la doctora Santos, estas son las 3 A de la resiliencia (Y una
cuarta que lo engloba todo).
Aceptar:
La realidad que no puedes cambiar. Cuando te resistes y no
aceptas la situación sufres el doble y no puedes avanzar.
Adaptar:
Tengo que ver cuál es mi plan B: ¿qué tengo que hacer para seguir siendo feliz? Hoy día la inteligencia no se mide por el cociente intelectual, sino por la capacidad de adaptación.
Las personas menos
resilientes son las que siempre están mirando atrás, al pasado. Entonces se
neurotizan y se producen depresiones por problemas de adaptación. Y lo que no
hay que olvidar es que el cerebro tiene la capacidad plástica de adaptación a
cualquier circunstancia. Cada uno, si se lo propone, puede ser escultor de su
propio cerebro.
Apoyo:
Lo necesitas para ser resiliente, es lo que te permite levantarte
y luchar. La personas necesitan sentirse queridas, es el sentimiento más noble,
y el trabajo más noble que puede hacer cualquiera.
Todo esto se engloba en la Actitud, como factor multiplicador. La
actitud positiva te hace crecer. En cambio, la gente que siempre ve "el
vaso medio vacío" tiene mucho estrés.
CÓMO HACER ACOPIO DE RESILIENCIA
La resiliencia es una habilidad muy necesaria para enfrentarnos a la vida. "Debería haber tenido que estar mucho más presente desde siempre sin necesidad de que tuviera que llegar una pandemia.
Es algo que tenemos que
empezar a considerar sin esperar a tener problemas, la vida antes o después los
trae y no siempre hemos invertido tiempo y esfuerzo en prepararnos para ello.
Se debe empezar a trabajar en momentos de prosperidad y de no dificultad",
explica Agustín Peralt, autor del libro Los 6 pilares de la resiliencia.
¿Cuánto hay de fortaleza, de capacidad de adaptación y resignación en la
resiliencia?
La fortaleza mental y la adaptabilidad son muy importantes, pero la resiliencia es mucho más que eso.
Si analizamos nuestras propias experiencias personales en momentos de dificultad y observamos y leemos sobre personas resilientes, veremos que es mucho más que simplemente una persona que coloquialmente solemos denominar como fuerte mentalmente.
Hay muchos más
aspectos a tener en cuenta: disponer de creencias y actitudes idóneas, reforzar
habilidades e incluso ganar en ciertos recursos.
¿Cómo podemos trabajarla a diario?
Lo primero es entender cuáles son las claves de las personas resilientes para hacer una autoevaluación honesta con nosotros mismos sobre cómo estamos en cada uno de sus pilares clave.
Después trazar un plan de mejora donde
reflexionemos cada cierto tiempo sobre los avances logrados y qué es lo
siguiente a mejorar. No esperemos a tener la adversidad ya delante para empezar
a desarrollar la resiliencia de manera proactiva pues nos pillará con el pie
cambiado.
¿De qué forma se puede educar en la resiliencia?
Hay personas que son más resilientes por una cuestión genética, y luego hay otras que lo han logrado porque se han trabajado mucho.
Pero también es verdad que puede que hayan tenido la suerte de haber vivido un modelo educativo en sus casas, e incluso en el colegio, que les ha ayudado a ello.
El ejemplo de los padres al enfrentarse a la adversidad así como el que los padres y educadores acompañen a sus hijos o alumnos, desde la distancia, guiando y aconsejando en situaciones complejas es una de las formas mas poderosas de desarrollo de la resiliencia.
Y para eso precisamente los padres y educadores
deben tener muy identificado esas claves y hacer un esfuerzo por dedicar tiempo
a mejorarlo en sus hijos y alumnos.
Los 6 pilares a los que alude en su libro son...
Disponer de un propósito personal y profesional por escrito tanto por su
efecto de guía como de motivación.
Ser capaz de aceptar la realidad y asumir la responsabilidad individual
en situaciones adversas lo antes posible, pues de otra manera el problema se va
haciendo cada vez más grande y el tiempo va pasando, mientras nos quejamos de
lo injusto que es la situación sin actuar.
Ser optimista realista, basar tu optimismo en un plan reglado que te va
a llevar a superar la situación.
Ser efectivo ejecutando el plan pues de otra manera disponemos de
grandes planes e ideas que no se llevan a cabo y el tiempo pasa.
Construir de manera proactiva un entorno que nos apoye.
Mejorar nuestra fortaleza emocional.
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