En el desarrollo evolutivo se diferencian dos grandes etapas en las que padres y madres definen a sus hijos e hijas como niños/as o adolescentes, pero ¿ cómo se produce este cambio?
El tránsito entre la infancia y la adolescencia se denomina preadolescencia.
Esta etapa es más desconocida, sin embargo, en los últimos años es frecuente que padres y madres se pregunten qué les ocurre a sus hijos e hijas debido a que observan que su comportamiento comienza a parecerse al de un adolescente, quizás antes de lo que ellos y ellas esperaban.
La preadolescencia es el periodo que se encuentra entre los 9-10 años y los 12-13 años, en general comienza junto a los primeros cambios físicos relacionados con la pubertad, originándose antes en las chicas.
Hay que tener en cuenta que cada menor tendrá su propio proceso madurativo, pudiendo ser diferente la edad de inicio y fin, así como los cambios que se van produciendo en ellos y ellas.
¿Qué cambios se producen en esta etapa?
Contradicciones en su comportamiento, pudiendo presentar conductas infantiles a la vez que comienzan a pedir mayor independencia y autonomía.
Labilidad emocional, es decir, pueden pasar de un extremo a otro rápidamente ya que la intensidad emocional en este periodo es muy alta. Además, se intensifican emociones como la vergüenza y el miedo a hacer el ridículo.
Dificultad para aceptar su imagen corporal.
Los cambios físicos propios de la pubertad (aumento de pecho, ensanche de caderas, aparición del vello…) puede hacer que sientan que su cuerpo es extraño, no les guste o sientan vergüenza de mostrar su cuerpo.
Necesidad de mayor intimidad para construir su identidad.
En este momento, es habitual que comiencen a pasar más tiempo en su habitación que con los progenitores.
Aumenta la deseabilidad social.
El grupo de iguales empieza a ser el referente, por lo que sus comportamientos irán dirigidos a sentirse integrados y así desarrollar el sentimiento de pertenencia.
Mayores conflictos con personas de autoridad, principalmente, con padres y madres al empezar a desarrollar su propio criterio.
Además de demandar mayor libertad, en la preadolescencia adquiere relevancia el concepto de justicia, por lo que se llegarán a debates que anteriormente no se habían producido.
Como comentábamos, estos cambios se producirán con diferente frecuencia e intensidad. No obstante, es muy importante poder identificarlos para poder acompañar adecuadamente a los preadolescentes durante este proceso.
¿Cómo gestionar la preadolescencia?
Observa qué cambios se están produciendo en tu hijo o hija, sin juzgarle.
Escucha cuáles son sus necesidades y empatiza con él o ella. Es fundamental que te pongas en su situación para comprenderle y así fomentar la confianza entre vosotros/as.
Facilita un espacio de expresión emocional, siendo su modelo. En esta etapa es probable que tengan más dificultad para expresar qué están sintiendo, sin embargo, si perciben que tú también experimentas emociones similares les ayudará a sentirse más cómodos/as y así, contarte si necesitan ayuda.
Fomenta la comunicación asertiva, será una de las claves para que, durante la adolescencia podáis intercambiar opiniones y emplear la negociación.
Pon normas y límites que se adapten a cada momento de la preadolescencia. En primer lugar, llega a acuerdos con tu pareja (si es el caso) y, posteriormente, negocia con tu hijo o hija cómo serán las normas y consecuencias. De esta manera, le resultará más sencillo aceptar los límites y regular su propio comportamiento.
Respeta su espacio, tanto en casa como con sus amigos/as. Como padres y madres, la preocupación, el miedo e incluso el sentimiento de rechazo aumenta cuando percibes que tu hijo/a prefiere pasar más tiempo en su habitación o con sus amigos/as que con la familia.
Estas emociones son totalmente válidas, pero es importante aprender a gestionarlas para entender cuál es su necesidad en esta etapa y llegar a acuerdos que faciliten la convivencia familiar y el desarrollo individual del/la preadolescente.
Interésate por sus gustos y aficiones y proponle que participe en la elección de actividades de ocio compartidas en familia.
La preadolescencia es una etapa que puede pasar desapercibida o ser confundida con la adolescencia.
Sin embargo, es importante tener conciencia de cuáles son los primeros cambios psicológicos que se pueden producir en este periodo para acompañarlos emocionalmente en el tránsito de la infancia a la adolescencia.
De esta manera se facilita la construcción de su identidad, así como la confianza y el bienestar familiar.
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