Conocer tanto las propias fortalezas como las debilidades personales es una de las estrategias para ser una mujer segura de sí misma.
Descubre cómo ser una mujer segura de sí misma.
De aquella que proyecta una imagen fuerte, atractiva e independiente cabría decir que ha llegado a ser una mujer segura de sí misma. Pero ¿cuál es su secreto? ¿Qué pasos está dando para lograrlo?
A continuación te contaremos cuáles son las actitudes y los hábitos más frecuentes que caracterizan a estas mujeres. ¿Por qué? porque creemos que es posible reforzar la propia confianza con claves como las siguientes.
¿Qué hacer para ser una mujer segura?
Las cualidades que hacen a una mujer ser segura de sí misma se notan por la autoestima que manifiesta. Es decir, se enfrenta a situaciones difíciles confiando en sus acciones y deja que los hechos hablen por ella.
Dicha postura es una actitud que se cultiva todos los días. No es algo que se consiga de la noche a la mañana.
Por ello, ganar esa tranquilidad con una misma supone perder –progresivamente– el miedo al “qué dirán”. Para ello, resulta indispensable “aceptarse”.
1. Aprender a escuchar para ser una mujer segura.
Más allá del criterio o forma de pensar que cada una pueda tener, saber escuchar las opiniones de otras personas es una clara señal de respeto y empatía.
Además, de esta manera los problemas se resuelven de un modo más ágil y eficiente. Así que, ¿por qué no probar a parar un momento y ver cuál es el punto de vista de los demás?
2. Saber decir no es también una de las claves para ser una mujer segura.
En ocasiones llega a parecer muy complicado negarse a asumir determinados compromisos o, incluso, rechazar ciertas ofertas, exigencias o proposiciones. Pero si hay un aspecto que define a las mujeres seguras de sí mismas es justo esa capacidad de saber decir “no”.
Se trata de un hábito que se adquiere con la madurez personal y bajo el que se da prioridad a los límites que cada una quiera establecer para preservar su bienestar.
3. Expresar las propias ideas y sentimientos
La timidez es un comportamiento que juega en contra a la hora de ser una mujer segura.
No obstante, tampoco es necesario llevar esta cuestión al extremo, ya que los nervios al hablar en público o a las dudas al intervenir en alguna conversación pueden considerarse también experiencias razonables.
En cualquier caso, la pauta consiste en intentar expresar aquellos pensamientos y emociones que deseemos compartir. En la medida en que insistamos en esto, veremos que se van difuminando esos pequeños temores que antes nos frenaban.
4. Afrontar los errores que se cometen
Además de pedir disculpas, aquellas que destacan por ser una mujer segura se responsabilizan de sus equivocaciones. Es decir, hacen todo lo posible por compensar los fallos en los que han caído y por reparar el daño que los mismos hayan ocasionado.
Por supuesto, la premisa es la de aprender de esos errores de una forma constructiva, sin hundirse en el desánimo o las críticas negativas.
5. Identificar las propias fortalezas y debilidades.
En la medida en que cada una admite sus defectos, está en mejor disposición para empezar a trabajar en ellos. De igual modo, las mujeres que valoran sus propias virtudes intentan a menudo reforzarlas y mantenerlas.
Se trata de dedicarse tiempo a una misma para explorar aquello en lo que brillamos, eso otro en lo que flaqueamos o saber qué es lo que nos gusta o desagrada.
Así, tendremos más claros cuáles son esos puntos fuertes y débiles y, a su vez, les ofreceremos a los demás la oportunidad de conocernos desde una base más segura.
6. Salir de la zona de confort
Las personas con confianza en sí mismas suelen esforzarse por cambiar sus circunstancias cuando se acomodan a estas.
Es decir, tratan de cambiar sus condiciones cuando estas ya no les resultan estimulantes.
En este sentido, salir de lo que se conoce como zona de confort les permite a estas mujeres crecer y superarse, lo que revierte, con el tiempo, en una mayor sensación de seguridad y entusiasmo.
7. Priorizar el propio cuidado personal
Para ser una mujer segura es también importante escucharse y atenderse a una misma. Por ejemplo, tras un duro día de trabajo, un baño caliente y perfumado puede ser una agradable recompensa.
Otras actividades sencillas, como dar un paseo para despejarse o, incluso, tomarse un rato para descansar en el sofá, representan también situaciones en las que nos cuidamos y satisfacemos las necesidades personales.
Los resultados se obtienen con el tiempo y la constancia, pero, poco a poco, es posible comenzar a introducir ciertos cambios en las rutinas cotidianas.
Prueba a expresar lo que sientes, a decir que no o a intentar aquel reto que tenías pendiente. Cualquier momento es idóneo para iniciarse en este camino.
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