Como dijo el psicoanalista Erich Fromm, el sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo. Cómo experimentamos cada una de la horas y los días, de los meses y los años, moldea el propósito de nuestra existencia. Y este, a su vez, es el responsable de sentir plenitud.
Muy filosófico. Pero es que además, tal y como avalan numerosos estudios científicos, incide en nuestra salud. Hay muchos ejemplos: la investigación dirigida por la psicóloga Mei-Chuan Wang, de la Universidad de Memphis, en el que se dice que que ayuda a reducir el estrés y las tendencias suicidas.
-Viktor Frankl- Decía :
“El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las más terribles circunstancias de tensión psíquica y física”.
El sentido de la vida para Viktor Frankl
Viktor Frankl publicó en 1945 “El hombre en busca de sentido”, un libro que inspiró a millones de personas a asumir una actitud muy firme: la actitud de sí a la vida.
Frankl, como ya sabemos, vivió en piel propia los horrores del holocausto al ser un prisionero más en Auschwitz y Dachau, una experiencia que superó de forma estoica y que le permitió posteriormente asentar las bases de un tipo de terapia muy personal, esa a la que conocemos como logoterapia.
Asimismo, algo que tuvo muy claro tras sobrevivir a aquellos años y a la pérdida de su familia es que su propósito personal en este mundo no iba a ser otro más que el de ayudar a los demás a encontrar su propio sentido de la vida, a elegir su camino.
Por otro lado, tal y como explicó en sus trabajos, dicho objetivo lo llevaba a cabo partiendo desde tres puntos muy concretos: trabajar día a día con motivación, vivir desde la esfera del amor y tener coraje en cada momento para hacer frente a la adversidad.
Como principio de la logoteria, Frankl propuso que es posible darle sentido a la existencia a través de la consecución de tres tipos de valores, a saber: valores de creación, valores de experiencia, valores de actitud.
Los valores de creación están relacionados con aquello que hacemos, la intensidad con la que nos entregamos a una tarea y el compromiso personal que ponemos en ella y su realización.
Los valores de experiencia son aquellas emociones, vivencias y momentos significativos que recibimos a partir de nuestra interacción con el mundo y con otros seres humanos.
Por último, los valores de actitud son posturas sobre la vida que se desarrollan frente a la posibilidad de enfrentar adversidades, son la maduración de nuestra capacidad de lidiar con el sufrimiento y sobreponernos a él.
Es una pregunta quizá demasiado complicada, pero la mayoría de las personas se la ha hecho alguna vez a lo largo de su pequeña existencia: ¿cuál es el verdadero sentido de la vida?
Aunque en muchos casos estas cuestiones aparecen en momentos de crisis personal, a muchos les asusta no poder descubrir nunca una respuesta que les satisfaga.
Ya sea que las personas encuentren la felicidad en la familia, en los amigos, en su carrera o en cualquier otra cosa completamente diferente, según un nuevo estudio es posible que nadie pudiera encontrar cuál es este sentido hasta pasada la mediana edad.
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